Durante ya con  casi  15 años de experiencia de trabajo, en el 2018 me cuestione  sobre mi propósito profesional. Algo muy fuerte dentro de mí me gritaba que necesitaba encausar y accionar cambios a nivel personal y laboral que  promovieran todas las ideas que daban vuelta  en mi cabeza y que solía compartir con mis amigos más cercanos. No siendo suficiente tener poco tiempo para dedicárselo a mis tres (3 hijos) pequeños, entre ellos un par de mellizos que demandaban el doblete mi tiempo, un esposo que reclamaba mi ausencia, y de mi parte,  con la frustración  y miedo de no querer renunciar a mi trabajo y poner en riesgo la economía financiera de la familia.

Tuvo que venir la pandemia, y dejarme sin empleo, después de 6 años de trabajo para una empresa privada. Y de repente  cuestionarme  sobre la  decisión de no haber emprendido  antes,  haciéndome el siguiente cuestionamiento: ¿Y si lo hubieses intentado antes?  ¿Tu familia y tú aún sobreviven sin empleo?

Y más aun  agregándole todo en ese proceso amargo que nos trajo la pandemia donde muchos aprendimos a dar el verdadero  valor a las  cosas  que son realmente  importantes.

Mis pensamientos se clarificaron y me dejaron ver  que mis circunstancia no dependen de nadie más que no sean las mías. Atrás quedo quedó  el miedo. Me dedique a responder mis preguntas y trabajar noche y día en lo que quería lograr.

También reflexioné sobre el hecho de que tantos años de estudios académicos no me sirvieran de nada bajo estas circunstancias.